En junio de 1969 la prensa lo bautizó el Sátiro de la Carcajada, pero Héctor Omar Mondragón Rivero no se reía. Al menos no lo hacía hasta que se enteró por los diarios de que se había transformado en uno de los personajes más famosos y buscados de Buenos Aires. Dicen que entonces empezó a firmar sus incursiones con una estruendosa risotada para evitar que algún advenedizo intentara robarle ese protagonismo que le correspondía sólo a él. Mondragón robaba y violaba ordenadamente: nada de violencias innecesarias. Entraba a las casas solo y con una tranquilidad pasmosa explicaba a los moradores que lo mejor que podían hacer era colaborar con él. Unos gritos y algún culatazo bastaban para que todos entraran razón. Dalmiro Sáenz narra las andanzas del Sátiro y se detiene en los conflictos que va dejando a su paso. Mujeres perturbadas porque el cuerpo no les responde como esperaban y hombres enloquecidos ante la realidad de la violación se enfrentan al abismo infranqueable que separa ambos sexos y les impide comprenderse.
En junio de 1969 la prensa lo bautizó el Sátiro de la Carcajada, pero Héctor Omar Mondragón Rivero no se reía. Al menos no lo hacía hasta que se enteró por los diarios de que se había transformado en uno de los personajes más famosos y buscados de Buenos Aires. Dicen que entonces empezó a firmar sus incursiones con una estruendosa risotada para evitar que algún advenedizo intentara robarle ese protagonismo que le correspondía sólo a él. Mondragón robaba y violaba ordenadamente: nada de violencias innecesarias. Entraba a las casas solo y con una tranquilidad pasmosa explicaba a los moradores que lo mejor que podían hacer era colaborar con él. Unos gritos y algún culatazo bastaban para que todos entraran razón. Dalmiro Sáenz narra las andanzas del Sátiro y se detiene en los conflictos que va dejando a su paso. Mujeres perturbadas porque el cuerpo no les responde como esperaban y hombres enloquecidos ante la realidad de la violación se enfrentan al abismo infranqueable que separa ambos sexos y les impide comprenderse.