En este documentado libro sobre Quiroga y Rosas, señala que en prejuicios de porteño en él consubstanciados, le acompañaron toda su vida. Es precisamente a la luz de su porteñismo que pueden explicarse muchas cosas que no son visibles sino para quien no quiere ver. Como buen porteño, o mejor dicho porteñista, no podía aceptar una Constitución Nacional que, entre otras cosas, creara poderes superiores a los de Buenos Aires, que federalizara esta ciudad y nacionalizara la Aduana. Por eso se opuso a la Constitucion y no quiso gobernar si no era con facultades extraordinarias, primero y con la suma del poder público después, al que atribuís mágicas virtudes. Y como a Rosas podrá discutirsele cualquier cosa menos su férrea coherencia, por eso le importaba un bledo ser unitario o federal, era mucho más que eso, era rosista. Sin ser federal, lo dijo varias veces, hizo de la palabra un monopolio para su uso personal y de sus amigos.\nLos acontecimientos fluidos de este período histórico, en que Rosas gobernó al país desde Buenos Aires y en gran parte para Buenos Aires, a veces inasible por su complejidad a expositores teóricos o esquemáticos, permite a Enrique M. Barba estudiar la doctrina federal en su desarrollo histórico en el contexto de la realidad nacional de la época.\nBuen estado en gral. Algunos subrayados y marcas en los márgenes.
En este documentado libro sobre Quiroga y Rosas, señala que en prejuicios de porteño en él consubstanciados, le acompañaron toda su vida. Es precisamente a la luz de su porteñismo que pueden explicarse muchas cosas que no son visibles sino para quien no quiere ver. Como buen porteño, o mejor dicho porteñista, no podía aceptar una Constitución Nacional que, entre otras cosas, creara poderes superiores a los de Buenos Aires, que federalizara esta ciudad y nacionalizara la Aduana. Por eso se opuso a la Constitucion y no quiso gobernar si no era con facultades extraordinarias, primero y con la suma del poder público después, al que atribuís mágicas virtudes. Y como a Rosas podrá discutirsele cualquier cosa menos su férrea coherencia, por eso le importaba un bledo ser unitario o federal, era mucho más que eso, era rosista. Sin ser federal, lo dijo varias veces, hizo de la palabra un monopolio para su uso personal y de sus amigos.\nLos acontecimientos fluidos de este período histórico, en que Rosas gobernó al país desde Buenos Aires y en gran parte para Buenos Aires, a veces inasible por su complejidad a expositores teóricos o esquemáticos, permite a Enrique M. Barba estudiar la doctrina federal en su desarrollo histórico en el contexto de la realidad nacional de la época.\nBuen estado en gral. Algunos subrayados y marcas en los márgenes.