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Debía tener ocho o diez años cuando descubrí en la biblioteca de mi padre Conflictos y armonías de las razas de América.\nPor favor, nadie me crea un niño prodigio... Yo había leído el Facundo, que me fascinó porque la imagen de su formidable protagonista estaba asociada a un medio que me resultaba familiar: esa Rioja misteriosa y remota que, en las conversaciones con mi abuela y mis tías viejas, constituía el mundo mágico de mi infancia. Entonces, todo libro de Sarmiento me parecía una posible continuación de esa biografía del Tigre de los Llanos que tanto me había entusiasmado.\nNo creo que en aquella oportunidad haya leído más que unas pocas páginas de Conflictos Pero puedo asegurar, eso sí, que quedó muy grabada en mi memoria una de las frases inciales del libro: ¿Argentinos? Hasta dónde y desde cuando, bueno es darse cuenta de ello.\nTomo ahora el volumen del último anaquel de mi biblioteca; está desvencijado y polvoriento, hace décadas que no lo tocaba. Y cuando lo abro para confirmar la cita inicial, advierto que esas palabras no recalaron por azar en mi memoria: que han sido ellas, en buena medida, las secretas orientadoras de toda una línea de actividad intelectual a lo largo de mi vida.\nLo que Sarmiento propone con aquella frase es una búsqueda de la identidad nacional a través de la historia. O sea, saber de dónde venimos, por qué somos como somos, en qué nos diferenciamos de otros. Búsqueda de identidad: un anhelo que individual y colectivamente es un poderoso incentivo para las creaciones del pensamiento.\nEstas páginas fueron escritas en un deliberado tono divulgatorio, no solamente porque así se adecuaban mejor a la modalidad de los órganos donde aparecieron originariamente, sino porque este tono es el que prefiero. Hace mucho tiempo decidí que la historia que yo escribiera no tendría como destinatarios a pequeños círculos de especialistas, sino a los grandes públicos. Así creo contribuir a llenar ese deber de difusión que, según H. Carr, es el primero de la ciencia histórica; un deber que no hace fácil la tarea del historiador, como podría creerse, sino que la torna más ardua en tanto debe sintetizar y conceptualizar una gran información, volcándola en un lenguaje simple y atractivo y sometiéndola al juicio de todos los niveles de la opinión.\nSigo creyendo que con este tono y ese propósito, la historia puede ayudar a responder la pregunta de Sarmiento, Y tengo la esperanza de justificar este libro si una parte de la respuesta, por mínima que sea, quedara contenida en estas páginas.\nFELIX LUNA

Conflictos y armonias de la historia argentina - Felix Luna

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Debía tener ocho o diez años cuando descubrí en la biblioteca de mi padre Conflictos y armonías de las razas de América.\nPor favor, nadie me crea un niño prodigio... Yo había leído el Facundo, que me fascinó porque la imagen de su formidable protagonista estaba asociada a un medio que me resultaba familiar: esa Rioja misteriosa y remota que, en las conversaciones con mi abuela y mis tías viejas, constituía el mundo mágico de mi infancia. Entonces, todo libro de Sarmiento me parecía una posible continuación de esa biografía del Tigre de los Llanos que tanto me había entusiasmado.\nNo creo que en aquella oportunidad haya leído más que unas pocas páginas de Conflictos Pero puedo asegurar, eso sí, que quedó muy grabada en mi memoria una de las frases inciales del libro: ¿Argentinos? Hasta dónde y desde cuando, bueno es darse cuenta de ello.\nTomo ahora el volumen del último anaquel de mi biblioteca; está desvencijado y polvoriento, hace décadas que no lo tocaba. Y cuando lo abro para confirmar la cita inicial, advierto que esas palabras no recalaron por azar en mi memoria: que han sido ellas, en buena medida, las secretas orientadoras de toda una línea de actividad intelectual a lo largo de mi vida.\nLo que Sarmiento propone con aquella frase es una búsqueda de la identidad nacional a través de la historia. O sea, saber de dónde venimos, por qué somos como somos, en qué nos diferenciamos de otros. Búsqueda de identidad: un anhelo que individual y colectivamente es un poderoso incentivo para las creaciones del pensamiento.\nEstas páginas fueron escritas en un deliberado tono divulgatorio, no solamente porque así se adecuaban mejor a la modalidad de los órganos donde aparecieron originariamente, sino porque este tono es el que prefiero. Hace mucho tiempo decidí que la historia que yo escribiera no tendría como destinatarios a pequeños círculos de especialistas, sino a los grandes públicos. Así creo contribuir a llenar ese deber de difusión que, según H. Carr, es el primero de la ciencia histórica; un deber que no hace fácil la tarea del historiador, como podría creerse, sino que la torna más ardua en tanto debe sintetizar y conceptualizar una gran información, volcándola en un lenguaje simple y atractivo y sometiéndola al juicio de todos los niveles de la opinión.\nSigo creyendo que con este tono y ese propósito, la historia puede ayudar a responder la pregunta de Sarmiento, Y tengo la esperanza de justificar este libro si una parte de la respuesta, por mínima que sea, quedara contenida en estas páginas.\nFELIX LUNA

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