Alberto Salas, ampliamente reconocido por su labor de historiador, adopta en El llamador un estilo narrativo muy personal. Organizado en dieciséis viñetas cortas, y desde la distancia que otorga la memoria del adulto, el texto fija las experiencias, expectativas y emociones fugaces de la niñez, en torno a la casa de la infancia. El discurso narrativo se ciñe de manera rigurosa al punto de vista infantil, combinando dos poéticas: la de la memoria y la de la ciudad.
Alberto Salas, ampliamente reconocido por su labor de historiador, adopta en El llamador un estilo narrativo muy personal. Organizado en dieciséis viñetas cortas, y desde la distancia que otorga la memoria del adulto, el texto fija las experiencias, expectativas y emociones fugaces de la niñez, en torno a la casa de la infancia. El discurso narrativo se ciñe de manera rigurosa al punto de vista infantil, combinando dos poéticas: la de la memoria y la de la ciudad.