En una ciudad abandonada a su suerte, carente por completo de gobierno, los hijos del senador descubrirán que las luchas por el poder y las intrigas están más cerca de lo que creen y que terminarán enredándose en sus vidas aunque no lo quieran.\n\n"Servilio sabía que en aquel momento iba a comenzar la guerra, y una sombra de inquietud le recorrió toda su piel dejándole un leve escalofrío. Se sentó en su asiento de piedra y dirigió su mirada a Pompeyo.\nMeditó un instante cabizbajo y tomó la decisión de unirse a él.\nLuego vinieron los discursos, peroServilio ya no los escuchaba, solo pensaba en una cosa: sus cinco hijos."\n\nEl senador Servilio, casado cinco veces,ordenó sus hijos que no se moviesen de su villa de Campania mientras durase la guerra entre César y Pompeyo. Él partió a unirse a este último, pero antes nombró al mayor de sus hijospater y les entregó una lista de tres hombres en los que podían confiar en caso de peligro.\n\nDesobedeciendo a su padre, los muchachos vuelven a Roma, pero ahora la ciudad es peligrosa y César se dispone a tomarla de un momento a otro. Con un padre ausente, fortuna y belleza, se dejan llevar por los placeres de la urbe sin darse cuenta de los riesgos que corren. Sus madres, patricias romanas de elevada posición, no tienen más remedio que intrigar para que sus hijos sobrevivan a la guerra civil que se avecina.
En una ciudad abandonada a su suerte, carente por completo de gobierno, los hijos del senador descubrirán que las luchas por el poder y las intrigas están más cerca de lo que creen y que terminarán enredándose en sus vidas aunque no lo quieran.\n\n"Servilio sabía que en aquel momento iba a comenzar la guerra, y una sombra de inquietud le recorrió toda su piel dejándole un leve escalofrío. Se sentó en su asiento de piedra y dirigió su mirada a Pompeyo.\nMeditó un instante cabizbajo y tomó la decisión de unirse a él.\nLuego vinieron los discursos, peroServilio ya no los escuchaba, solo pensaba en una cosa: sus cinco hijos."\n\nEl senador Servilio, casado cinco veces,ordenó sus hijos que no se moviesen de su villa de Campania mientras durase la guerra entre César y Pompeyo. Él partió a unirse a este último, pero antes nombró al mayor de sus hijospater y les entregó una lista de tres hombres en los que podían confiar en caso de peligro.\n\nDesobedeciendo a su padre, los muchachos vuelven a Roma, pero ahora la ciudad es peligrosa y César se dispone a tomarla de un momento a otro. Con un padre ausente, fortuna y belleza, se dejan llevar por los placeres de la urbe sin darse cuenta de los riesgos que corren. Sus madres, patricias romanas de elevada posición, no tienen más remedio que intrigar para que sus hijos sobrevivan a la guerra civil que se avecina.