Quienes lean esta obra deberán ubicarse en el teatro de los acontecimientos: dilatadas llanuras desde Buenos Aires a Mendoza para el oeste y hasta el estrecho de Magallanes para el sur tan inhospitalarias y, a primera vista, tan estériles que a una parte de ellas Darwin las calificó de tierras malditas. El esfuerzo del hombre y años de angustia y dolor borró el anatema\nCuando se habla de indios, la imagen mental que acompaña a la palabra es la de un ser semidesnudo con vincha y lanza. En muchos casos la regla fue así; pero no hay que generalizar, porque tanto fueron gustando de la civilización que en algún caso la señora del cacique reclamaba prendas europeas.\nEl indio fue peligroso cuando al contacto con la civilización aprendió a manejar armas, gustó poseer haciendas, alimentos, tabaco y sintió el deseo de llevar a las tolderías a mujeres blancas. Y en medio de tanto color fuerte, la pintura de un remanso volviéndose al campo para conocer cómo era una estancia y la vida en la misma sirva al lector para agradecer a quienes agrandaron a la Argentina al conquistar definitivamente el desierto.\nEscritos en indice y ultima carilla.
Quienes lean esta obra deberán ubicarse en el teatro de los acontecimientos: dilatadas llanuras desde Buenos Aires a Mendoza para el oeste y hasta el estrecho de Magallanes para el sur tan inhospitalarias y, a primera vista, tan estériles que a una parte de ellas Darwin las calificó de tierras malditas. El esfuerzo del hombre y años de angustia y dolor borró el anatema\nCuando se habla de indios, la imagen mental que acompaña a la palabra es la de un ser semidesnudo con vincha y lanza. En muchos casos la regla fue así; pero no hay que generalizar, porque tanto fueron gustando de la civilización que en algún caso la señora del cacique reclamaba prendas europeas.\nEl indio fue peligroso cuando al contacto con la civilización aprendió a manejar armas, gustó poseer haciendas, alimentos, tabaco y sintió el deseo de llevar a las tolderías a mujeres blancas. Y en medio de tanto color fuerte, la pintura de un remanso volviéndose al campo para conocer cómo era una estancia y la vida en la misma sirva al lector para agradecer a quienes agrandaron a la Argentina al conquistar definitivamente el desierto.\nEscritos en indice y ultima carilla.